Bajo el Acuerdo de París, la Argentina se comprometió a alcanzar la neutralidad de emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero (GEI, causantes del cambio climático), para 2050. Esto significa, entre otras cosas, que el país va a tener que transformar completamente la forma en que produce y consume energía, se mueve, calienta el agua y sus hogares, y cocina. Es un cambio radical respecto de la manera en que vivimos hoy. Quedan menos de tres décadas para conseguir esa meta.
¿Cómo se hace? Y, lo que no es menos importante: ¿cómo se paga? ¿Es caro?
Un estudio realizado por Gabriel Blanco y Daniela Keesler, científicos de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN), con larga trayectoria en negociaciones internacionales y el IPCC —el panel de científicos de Naciones Unidas que estudia el cambio climático—, se encarga de dar algunas de esas respuestas. Y son sorprendentes.
Para alcanzar la neutralidad de carbono (es decir, para que el país pueda compensar los gases que emite y los que captura mediante sus sistemas naturales), tiene —entre otras cosas— que electrificar completamente su demanda de energía. Para eso, deberá incrementar de manera exponencial su capacidad de generación renovable.
Hoy, la Argentina —que tiene recursos renovables privilegiados, que son la envidia a nivel mundial— produce apenas 5GW con energías limpias. Alcanza a cubrir, según las necesidades de los distintos meses, un promedio variable de alrededor de un 12% de la matriz de producción de energía eléctrica.
Pero, si el país cumple con la meta a la que se comprometió con el Acuerdo de París —que, una vez entregada, es de carácter obligatorio—, tiene que incrementar exponencialmente la generación de energía sin emisiones a valores cercanos a los 240GW.
Para 2050, la matriz energética podría ser así:
Este es un posible escenario decreciente del uso de la energía térmica a nivel residencial y en el transporte, bajo una meta de descarbonización a 2050.
¿Cómo se paga?
Los combustibles fósiles no le salen baratos a la Argentina. De hecho, el Estado Nacional subsidia fuertemente la producción de gas no convencional y, a partir del plan Gas.Ar, también le da beneficios a los productores de viejos pozos convencionales que ya están llegando al final de su vida útil.
Un simple redireccionamiento de esos subsidios no sólo colocaría al país en la ruta para cumplir con las metas internacionales a las que se comprometió, sino que también le implicaría un ahorro gigantesco respecto del escenario tendencial o business as usual (BAU), un término técnico para explicar cómo venimos haciendo las cosas hasta ahora.
El costo del escenario basado en electrificación de la demanda y en energías renovables para la oferta es un 21% menor que el costo del escenario tendencial (US$508.000 millones)
“El costo del escenario basado en electrificación de la demanda y en energías renovables para la oferta es un 21% menor que el costo del escenario tendencial (US$508.000 millones). El mayor ahorro se produce al dejar de consumir combustibles fósiles tanto en la demanda final como para la generación eléctrica, en contrapartida los mayores costos ocurren en rubros como infraestructura debido a la necesidad de nuevas líneas de transmisión eléctrica, o la instalación de cargadores de vehículos eléctricos, también genera mayores costos la gran incorporación de generación eléctrica a partir de fuentes renovables, pero en el resultado final a 2050 el escenario alternativo es el menor costo”, dice el estudio.
Los resultados obtenidos muestran que los escenarios alternativos con cero emisiones a 2050 tienen un menor costo acumulado total, considerando los costos de la energía y de la infraestructura, en relación con el escenario tendencial con las medidas propuestas por las autoridades del área. En el período analizado, 2021-2050, se pueden observar ahorros acumulados que superan los US$500.000 millones; un promedio de US$16.600 millones por año.
Redirigir los subsidios
Aun cuando se adicionan los costos incrementales del cambio de equipamiento necesario para la transformación de la demanda, como la transición a vehículos eléctricos, la introducción de calefones solares y de termotanques eléctricos, el costo acumulado total sigue siendo menor para los escenarios alternativos. Un redireccionamiento de los actuales subsidios a los hidrocarburos podría ser fuente de financiamiento para la transición hacia estos escenarios alternativos.
El informe analiza las partidas del presupuesto nacional que, año a año, se destinan a subsidiar la producción de combustibles fósiles, y la generación de energía eléctrica a partir de centrales térmicas que usan como combustible primario hidrocarburos como el gas natural y derivados del petróleo como fuel oil y gasoil. Para ello, se proyectó un nivel de subsidios constantes al año 2050 igual al promedio de los últimos años (2017- 2021).
En este sentido, el documento muestra el monto total acumulado de los subsidios a 2050 comparándolo con el costo de diferentes rubros de los escenarios alternativos. Así, por ejemplo, el monto de los subsidios a los combustibles fósiles alcanzaría para cubrir entre el 58% y el 100% de las líneas de transmisión eléctrica necesarias para el escenario basado en la electrificación.
Más empleos y menos cambio climático
En cuanto a empleos, los escenarios alternativos permitirían generar mayor cantidad de puestos de trabajos que seguir como estamos ahora, es decir, sin transformar la matriz eléctrica, alcanzando para 2050 la creación de 120.000 más empleos que el escenario tendencial en ese mismo año.
Este trabajo incluye un análisis de las emisiones de GEI y el uso del suelo para cada escenario alternativo. En el caso de las primeras, la reducción que se podría lograr en cada caso es la diferencia con las emisiones del escenario tendencial. Esta reducción para 2050, cuando los escenarios alternativos llegan a emisiones nulas, es de aproximadamente 370 millones de toneladas de CO2 equivalente, un valor similar al de las emisiones totales actuales de la Argentina.