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POR: FABIOLA ORTIZ
FOTOS: NINA CORDERO

Cuáles son las contribuciones de América latina para enfrentar a la crisis climática global? ¿Qué soluciones aportan los pueblos indígenas y cómo pueden ayudar a la región aumentar sus ambiciones?

Especialistas y representantes de la sociedad civil que estuvieron presentes en Madrid, España, para la 25° Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) confirmaron que, pese a la gran vulnerabilidad climática de la región y a los grandes retos de adaptación, América latina cumple “un rol central” dada la diversidad de ecosistemas de bosques que posee. En particular, la Amazonía mantiene la estabilidad del sistema climático a nivel global.

De acuerdo a Carolina Zambrano, coordinadora del programa Todos los Ojos por la Amazonía del Instituto Hivos, gran parte de las soluciones de mitigación y adaptación a la emergencia climática están ligadas a la conservación y uso sostenible de la naturaleza.

Sin embargo, no se puede imaginar estos bosques vacíos. “Viven personas que dependen de ellos y han demostrado que son los que mejor los cuidan. Los territorios indígenas son más eficientes para garantizar la conservación y el manejo adecuado del bosque, reduciendo emisiones asociadas a deforestación, degradación y preservación de servicios ecosistémicos”, explica Zambrano.

Para ella, es central hablar de la crisis climática con una perspectiva de derechos de los pueblos indígenas, comunidades locales y poblaciones vulnerables, dada a la riqueza cultural que existe en los bosques.

De la protesta a la propuesta

El líder indígena peruano Walter Quertehuari Dariquebe, de 41 años, del pueblo Harakbut, una variedad de los Wachiperi, dejó su comunidad nativa Queros, ubicada en el distrito de Kosñipata —uno de los seis de la provincia de Paucartambo, en el Departamento de Cusco— para ir a Madrid y dejar su mensaje: “Nosotros, los pueblos indígenas, estamos pasando de la protesta a la propuesta hacia la acción”.

El mundo tiene que enterarse de que muchas comunidades indígenas están trabajando en soluciones basadas en la naturaleza, sostiene. Frente a las grandes presiones “cada vez más preocupantes” que están a punto de instigar conflictos ambientales, los pueblos originarios han tenido que unirse. Algunos ejemplos son los lotes petroleros dentro del área donde viven comunidades ancestrales y las constantes amenazas de tala y minería ilegal en zonas de amortiguamiento en Madre de Dios.

Dariquebe, hoy ejecutor del contrato de administración de Reservas Comunales – RCA (el nombre que se da a los líderes que gestionan territorios indígenas en Perú), debió encabezar, junto con los otros dirigentes, un proceso de años que ha culminado en experiencias positivas y soluciones a las presiones climáticas.

Él es el encargado de administrar la Reserva Comunal Amarakaeri, creada en 2002, que comprende más de 400.000 hectáreas de bosque amazónico donde residen 10 comunidades, la mayoría de la etnia Harakbut, además de Yine y Machiguenga.

Las RCAs en Perú se crean a petición de los pueblos indígenas que viven alrededor del área. Todas son parte de territorios ancestrales y consideradas áreas naturales protegidas. Pueden ser de uso directo, permitiendo el aprovechamiento de recursos no maderables al interior de la reserva mediante planes y manejos forestales, explica Fermín Chimatani, quien preside la Asociación Nacional de Ejecutores de Contratos de Administración de Reservas Comunales en Perú.

“Han sido creadas para proteger las cuencas de los ríos, mantener el equilibrio ecológico y el estado de salud de los ecosistemas. Tras 10 años de negociación (con el Estado peruano), se pudo acordar que fuesen reconocidas como áreas naturales protegidas, pero con una categoría específica de reserva comunal”, profundiza.

Un modelo de cogestión intercultural

Chimatani añade que el modelo acordado es de una cogestión intercultural de las comunidades con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas, un organismo técnico del Ministerio del Ambiente de Perú. “Los bosques de estos territorios tienen una alta biodiversidad y altos valores culturales asociados”, dice.

En Perú, hay 10 RCAs, que son coadministradas por comunidades indígenas —que contabilizan 19 pueblos étnicos de la Amazonía de dicho país, más de 200 comunidades indígenas y están conformados por alrededor de 42.000 personas.

El aporte a la acción climática que han hecho los pueblos es el REDD Indígena Amazónico. REDD es el mecanismo de Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación y ha estado negociándose en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) desde 2005, con el fin de mitigar la crisis climática, reduciendo emisiones netas de gases de efecto invernadero mediante la mejora de la gestión de bosques en los países en desarrollo. Ahora se le considera un subcomponente del financiamiento climático.

Diversos estudios estiman que los cambios de uso de la tierra, incluyendo la deforestación y degradación de bosques, presuponen entre el 12 y el 29% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Por esta razón, incluir la reducción de las emisiones derivadas de estas actividades es considerada esencial para alcanzar los compromisos nacionales presentados ante el Acuerdo de París.

El REDD Indígena Amazónico

Walter Dariquebe, de la RCA Amarakaeri, ayudó a su pueblo a crear una economía sostenible basada en productos ancestrales, fortalecimiento del turismo comunitario, reforestación, comercio de plátanos y apoyo a una iniciativa de aprovechamiento de la castaña. En 2018, se logró incrementar en 620.000 soles (US$ 184) la zafra de castaña para las familias.

Estamos en la COP25 para visibilizar los trabajos que venimos desarrollando en el marco de la cogestión. Y consolidando nuestra propuesta de acción por el REDD Indígena Amazónico, que nace de los pueblos frente a la crisis climática.

Walter Dariquebe, del pueblo Harakbut.

Para él, la conservación y el desarrollo tienen que ir de la mano: “Conservar no es no tocar, sino cómo desarrollamos actividades sostenibles”. El programa nacional de conservación de bosques reconoce un incentivo económico a la RCA Amarakaeri mediante transferencias directas de 10 soles (US$ 3) como un incentivo por hectárea de bosque conservada.

No obstante, la vigilancia y el control siguen siendo retos para las comunidades Amarakaeri. Recientemente, han empezado a utilizar nuevas tecnologías para vigilar el territorio, como drones, celulares inteligentes y mapeo móvil. Los indígenas han desarrollado, en parcería con Conservación Amazónica y científicos de la Universidad Católica de Perú, un prototipo de drone adecuado a las condiciones geográficas.

La buena gobernanza y gestión conjunta entre el pueblo y el Estado peruano han llevado a que Amarakaeri tenga el 94,41% de sus áreas conservadas. Es más, la reserva ha sido incluida en la lista verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Y, el año pasado, recibió el Premio Ecuatorial del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que reconoce los esfuerzos comunitarios para reducir la pobreza mediante la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.

Urge que nos pongamos en acción. Somos los mejores aliados para enfrentar la crisis climática, conservamos los bosques, somos dueños y protectores.

Walter Dariquebe, del pueblo Harakbut.

La herramienta efectiva

Carolina Zambrano, del Instituto Hivos, explica que los bosques son reservorios de carbono y capaces de garantizar la estabilidad climática. “Si siembras árboles y restauras bosques priorizando especies nativas y no monocultivos, estás capturando carbono”, detalla.

Y los territorios indígenas han demostrado ser la “herramienta efectiva” para conservar los bosques, reduciendo emisiones. Las soluciones basadas en la naturaleza sólo serán factibles si se garantizan los derechos colectivos de los pueblos indígenas, sobre todo los territoriales.

El propio Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), en su Reporte Especial sobre Cambio Climático y Tierra de 2019, destaca que, en los lugares donde se garantizan los derechos territoriales de los pueblos indígenas, se generan menos emisiones, se conservan los bosques y se garantizan impactos positivos en la lucha frente a la crisis climática.

Zambrano, sin embargo, lamenta que en América latina se haya dado la tendencia a desconocer estos derechos: “En lugares donde estaban bastante reconocidos en Brasil, por ejemplo, estamos viendo un retroceso. Estamos entrando en una época que se pone en duda que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos”.

Y, dice, para que los países logren cumplir sus compromisos climáticos nacionales, es esencial incluir los derechos colectivos y territoriales de las comunidades nativas, además de indicadores concretos que puedan ser medidos en acciones de adaptación y mitigación.

Esta información fue producida como parte del Programa Latinoamericano de Cobertura Periodística COP25, un esfuerzo conjunto de Periodistas por el Planeta (PxP), LatinClimaThe Stanley Center for Peace and Security, y la Red Regional de Cambio Climático y Toma de Decisiones – Programa UNITWIN de UNESCO. La cobertura completa aquí.

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