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Desde el comienzo, Vaca Muerta fue presentada por la dirigencia política argentina como un proyecto que derramaría desarrollo, trabajo y prosperidad económica para el país. En 2017, el entonces presidente Mauricio Macri incluso afirmó que su explotación generaría “una verdadera revolución del trabajo”. 

Pero, pasan los años, y nada de esto sucede. Y no es una cuestión de hoy, en que los coletazos económicos de la pandemia Covid-19 se sienten en muchos sectores, es una cuestión constante. 

Desde que se realizó la primera fractura en Vaca Muerta, en 2013, hasta este 2020, los argentinos no solo no nos hemos enriquecido, sino que nos hemos empobrecido.

La evolución de la pobreza es indicador suficiente: siete años atrás, esta se ubicaba en 27,5%, la indigencia en 5,5%. En la actualidad, y pese a los miles de millones de dólares que hemos dado a Vaca Muerta en forma de subsidios, la primera llegó al 40,9%, la segunda al 10,5%.

Persona debajo de la línea de pobreza y de indigencia
2013-2020, en %

Fuente: Cedlas en base a Indec – Chequeado.