POR FERMÍN KOOP
Los gobiernos en la cumbre anual de Naciones Unidas sobre el clima (COP27) en Sharm El-Sheikh, Egipto, dedicaron gran parte de la primera semana a debatir sobre el sufrimiento que ya se está produciendo en todo el mundo por la crisis climática y dieron los primeros pasos para determinar cómo pagar a los países en desarrollo por estas pérdidas y daños.
Si bien hubo algunos compromisos financieros de gobiernos individuales —como Austria (50 millones de dólares), Bélgica (2,5 millones de dólares) y Nueva Zelanda (12 millones de dólares)—, los mismos resultan insuficientes ante la escala del problema. Pérdidas y Daños será un área clave de debate entre países durante los próximos años.
Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda, sostuvo que el financiamiento de Pérdidas y Daños debería venir de los países ricos y de los impuestos a las empresas de combustibles fósiles. De los más de 30.000 asistentes a la COP27, hay 636 personas vinculadas al gas, carbón y petróleo, un 25% más que en la COP26 en 2021.
Para América Latina, el financiamiento es particularmente relevante por sus altos niveles de endeudamiento externo, en incremento luego de la pandemia del Covid-19. La región es una de las más afectadas a nivel global por la crisis climática, con huracanes, olas de calor, sequías e incendios forestales, entre otros efectos, que se espera que aumenten.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentado en forma de anticipo en la COP27, reveló que la región actualmente accede a 22.000 millones de dólares en financiamiento climático para mitigación y adaptación. Para 2030, harán falta entre 154.000 y 198.000 millones de dólares, de acuerdo a CEPAL.
“Nosotros fuimos quienes financiamos la revolución industrial con nuestra sangre, sudor y lágrimas. ¿Y ahora tenemos que afrontar la doble penalización de pagar también el coste del aumento de las emisiones? Eso es fundamentalmente injusto”.
Mia Mottley, primera ministra de Barbados, en la COP27
Intentando no pasar desapercibida
Descrita como una “COP africana”, la conferencia climática de este año ha puesto el foco en los países africanos y sus reclamos específicos. Ello ha limitado el papel de América Latina, con poca presencia de presidentes durante la primera semana. Además de Browne y Mottley, han viajado Gustavo Petro (Colombia) y Nicolás Maduro (Venezuela).
Colombia armó su propio pabellón en la cumbre, al igual que Panamá, Venezuela, El Salvador, Chile y República Dominicana, en donde desarrollan diferentes actividades. Brasil tiene un pabellón oficial del gobierno nacional, pero también otros dos pabellones, uno de la sociedad civil y otro de los gobernadores de los estados amazónicos
“América Latina viene a tratar de no ser invisible en la COP. Es una discusión muy dominada por África que opaca a la región. En esa oscuridad aparecen pocos países, especialmente Brasil y Colombia”, apunta Adrián Martínez, director de La Ruta del Clima, una organización que impulsa la participación ciudadana en la gobernanza climática.
Petro presentó un “decálogo de acción ante la crisis climática”, en el cual pide, entre otras cosas, “desvalorizar la economía de los hidrocarburos, la movilización de la humanidad y pasar a una economía descarbonizada”. Además, el presidente de Colombia pidió modificar el funcionamiento de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por su parte, Maduro cuestionó al “modelo capitalista destructivo” que genera desequilibrios entre las economías globales y pidió un mayor financiamiento. El mandatario venezolano describió a la crisis climática como una “profecía autocumplida”, considerando que se sabía de su existencia hace décadas pero no se actuó, y llamó a enfrentarla con hechos “concretos y urgentes”.
Petro y Maduro participaron de un evento paralelo a las negociaciones en el que pidieron por una mayor protección de la Amazonía. Para ello, propusieron relanzar el Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), un acuerdo firmado en 1978 junto con Bolivia, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela que reconoce la naturaleza transfronteriza del bioma.
“Estamos decididos a revitalizar la selva amazónica para darle una victoria importante a la humanidad en la lucha contra el cambio climático”, sostuvo Petro, quien resaltó su compromiso previo de 200 millones de dólares para proteger la Amazonía. Mientras tanto, Maduro pidió “detener la destrucción e iniciar un proceso de recuperación”.
Aparte de Colombia y Venezuela, en la cuenca amazónica tienen injerencia nueve países. Es un territorio de más de siete millones de kilómetros cuadrados que ejerce un papel central en la estabilidad del planeta por su capacidad de capturar gases de efecto invernadero. Sin embargo, la creciente deforestación está alterando dicha función.
Y, al hablar de Amazonía, no se puede obviar a Brasil que es el país con más territorio en esta cuenca. La conferencia climática tendrá un punto alto en pocos días ante la llegada del recientemente presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, cuya participación en la COP fue criticada por el actual presidente Jair Bolsonaro.
Lula llegará a la silla presidencial precisamente con el compromiso de proteger los bosques amazónicos y sus comunidades. Un reciente estudio, realizado para CarbonBrief, encontró que la pérdida de Bolsonaro podría llevar a que la deforestación del Amazonas en Brasil se reduzca en un 89% durante la próxima década.
Otros países latinoamericanos aprovecharon el marco de la COP27 para también visibilizar los bosques. Costa Rica, Ecuador, Guyana y Colombia conformaron, junto a otros 22 países, una alianza para frenar la pérdida de bosques y la degradación del suelo para 2030. Mientras que Brasil y República Dominicana —junto a Congo—, con la mitad de los bosques tropicales del mundo, discutieron la posibilidad de trabajar de manera coordinada para la conservación.
Un posible bloque regional
En las conferencias climáticas, América Latina siempre ha negociado en diferentes grupos y de manera fragmentada. Entre ellos se destacan la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y el grupo de Argentina, Brasil y Uruguay, también conocido como ABU.
Sin embargo, la COP27 abrió la posibilidad de una región con posturas unificadas en el mediano plazo. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un bloque que agrupa a todos los países de la región, excepto Brasil, presentó un documento conjunto en el que resalta la necesidad de una región más alineada.
Los países “reafirman la importancia de reforzar la coordinación en los diversos foros multilaterales, con miras a fortalecer las sinergias y articulación en las negociaciones climáticas”, se lee en el documento. Además, se resalta la necesidad de un mayor financiamiento y de instrumentos como el canje de deuda por acción climática.
Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia, sostuvo que la región apunta a ser un único bloque de negociación, en principio en ciertos temas en común, como el financiamiento y el canje de deuda. “Tenemos que estar unidos, aunque tengamos desacuerdos. El documento es un primer paso poderoso”, subrayó.
El canje de deuda por acción climática estuvo alto en la agenda de los gobiernos latinoamericanos en la primera semana de la conferencia. Presidentes y ministros mantuvieron conversaciones con acreedores en la COP, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se mostró abierto a la posibilidad.
“Son instrumentos que permiten a los países en desarrollo con poco espacio fiscal realizar inversiones climáticas. Los recientes canjes de deuda en Barbados y Belice muestran que es factible implementarlos. El desafío es que haya más canjes y por montos más grandes de deuda”.
Kristalina Kostial, directora de política y estrategia del FMI
En septiembre, Barbados concretó un canje de deuda por clima por 150 millones de dólares, fondos que serán utilizados para crear nuevas áreas marinas protegidas. En tanto, en 2021, Belice logró un canje por 364 millones de dólares, el cual redujo 12% de su deuda soberana en relación con el Producto Interno Bruto (PBI), liberando fondos para conservar áreas marinas.
Los próximos pasos
La conferencia de cambio climático continuará hasta el 18 de noviembre. En la segunda semana, se buscará acordar detalles pendientes de la implementación del Acuerdo de París, como los mercados de carbono, además de determinar los detalles del nuevo mecanismo de financiamiento para Pérdidas y Daños.
No será sencillo. Al cierre de la primera semana, las negociaciones seguían estancadas en todos los frentes. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó en un viaje de pocas horas a Egipto antes de continuar hacia el G20 (15 y 16 de noviembre, en Bali, Indonesia), y pidió aumentar la ambición y la velocidad de los esfuerzos. “Los líderes no pueden alegar ignorancia”, afirmó.
En cuanto a América Latina, se espera que Lula tome nuevos compromisos e incluso proponga a Brasil como sede de la COP en 2025.
“Fuimos los primeros en emitir un plan climático en América Latina antes del Acuerdo de París. Brasil podría volver a desempeñar ese papel con Lula”, sostuvo Fernanda Carvalho, directora global de clima y energía de WWF. Y agregó:
“Tengo la esperanza de que, con Lula, lleguen tiempos mejores en Brasil desde el punto de vista ambiental.”