Skip to main content

Brasil y Uruguay firmaron la Declaración de Agricultura Sustentable impulsada por Emiratos Árabes Unidos, que reconoce el impacto del sector pero también critica medidas proteccionistas de la Unión Europea. Argentina y Paraguay no firmaron.

POR MAXIMILIANO MANZONI

El inicio de la Conferencia del Clima en Dubái (COP28) este 30 de noviembre también marcó un hito en la escalada de la oposición que el Mercosur lleva a cabo contra las cláusulas ambientales propuestas por la Unión Europea para avanzar con el tratado de libre comercio aprobado en 2019.

Tanto Argentina como Brasil llevaron a la cumbre documentos que buscan poner en el estadio global las crecientes presiones de la Unión Europea, primero con su ley anti-deforestación, que prohibirá la exportación a su mercado de commodities provenientes de un desmonte anterior al 31 de diciembre de 2020, y las cláusulas ambientales que en febrero de 2023 la Unión Europea agregó como requisito adicional para hacer operativo el tratado de libre comercio con el bloque sudamericano.

Y mientras que Brasil y Uruguay terminaron firmando la “Declaración en Agricultura Sustentable” propuesta por Emiratos Árabes Unidos —que propone reconocer los principios de libre comercio pero también el impacto que la agricultura tiene en el ambiente y el cambio climático— Argentina y Paraguay están ausentes.

Mercosur dividido en declaración sobre agricultura sostenible

Bajo el nombre de “Declaración sobre Agricultura Sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción climática”, el documento promovido por Emiratos Árabes Unidos busca un compromiso —no vinculante— para “orientar” políticas y apoyo público a la agricultura que promuevan una mejor producción al mismo tiempo de reducir las emisiones del sector, y el impacto en el agua y los ecosistemas.

El documento también recoge parte de las críticas del Mercosur al citar la necesidad de “reforzar reglas que no sean discriminatorias, sean inclusivas y transparentes” bajo la guía de la Organización Mundial de Comercio —un modo diplomático de ir contra la nueva ley anti-deforestación y otras cláusulas ambientales impulsadas desde la Unión Europea.

Sin embargo, solo Brasil y Uruguay lo firmaron. No así Argentina ni Paraguay. Este último vino a la COP28 con una posición plagada por el cabildeo del agronegocio que niega todo el impacto que produce en el país. Documentos internos demuestran cómo el sector borró de la posición oficial de Paraguay ante esta COP referencias al impacto de olas de calor y modificó el lenguaje para defender a la agricultura —contradiciendo los propios datos del país.

En medio de la incertidumbre argentina, el agro prevalece

La posición de la delegación de Argentina en la COP28 es endeble en términos políticos debido al inminente cambio de gobierno en medio de la cumbre, el 10 de diciembre. A esto se suma el negacionismo del nuevo presidente, Javier Milei, que abre incógnitas sobre el papel del país en los próximos años. 

Sin embargo, la Cancillería del gobierno saliente de Alberto Fernandez vino a la COP28 con una “declaración conjunta” entre la secretaría de Agricultura y los gremios del agronegocio.

Esta declaración, además de volver a negar la responsabilidad del sector en la crisis climática bajo el grito sagrado de “no somos el problema, somos la solución”, también ataca la creciente presencia de requerimientos ambientales en el comercio. De acuerdo a la declaración conjunta, además de la crisis climática, “hay otros flagelos igualmente urgentes y prioritarios, como la inseguridad alimentaria, la pobreza y falta de desarrollo”. Según la posición oficial de Argentina, actualmente se están dando “medidas comerciales unilaterales, restrictivas o distorsivas”, en clara alusión a la ley aprobada por la Unión Europea que prohíbe importar commodities provenientes de deforestación previa al 30 de diciembre de 2020. 

Según el gobierno y los gremios del agro de Argentina, estas medidas “lejos de buscar obtener resultados legítimos en materia ambiental, tienen como objetivo proteger a sus industrias y mercados internos frente a la competencia internacional”. Uno de los puntos más polémicos de las cláusulas propuestas en el Acuerdo Unión Europea-Mercosur es que obligaría a no poder reducir estándares laborales y ambientales bajo la excusa de recibir otras inversiones extranjeras.

Por último, la declaración de Argentina “hace un llamamiento a evitar” lo que el país considera “medidas sin base científica”

Brasil intentó incluir la discusión en la agenda de la COP28

El primer día de la cumbre en Dubái estuvo marcado por la aprobación de los arreglos para hacer funcional el Fondo de Pérdidas y Daños aprobado en la COP27 de 2022 en Egipto. Pero, mientras todos los flashes capturaban el inesperado final anticlimático de lo que parecía ser la discusión que iba a gobernar las dos semanas de la cumbre, menos atención tuvo el intento sin éxito de Brasil de incluir en la agenda discutir “la preocupación sobre medidas de comercio unilateral relacionadas al cambio climático”.

La propuesta presentada por Brasil contó con el apoyo de China, India y Sudáfrica, que juntos negocian en el grupo llamado BASICs, incluyó términos muy similares a la nota de Argentina. Para el grupo, la Convención de Cambio Climático debería “considerar las preocupaciones” que existen sobre “medidas unilaterales y coercitivas que utilizan al cambio climático para disfrazar restricciones al comercio internacional”. En la nota oficial, el grupo además habló de que los países deberían oponerse a una  “politización del cambio climático” para medidas proteccionistas.

El argumento utilizado por China, India, Brasil y Sudáfrica es que las llamadas “barreras comerciales verdes” como las impulsadas por la Unión Europea, “erosionan la confianza” y “viola los objetivos principales del Acuerdo de París” en lo que refiere a responsabilidades comunes pero diferenciadas —el principio que indica que si bien todos los países son responsables de tomar acción para detener el cambio climático, son los países desarrollados los que deben asumir mayor carga.

El uso de ese principio como modo de oponerse a medidas anti deforestación que afectarían a la soja, la carne y la madera de Sudamérica es un aspecto contencioso. Mientras que para los países del Mercosur las restricciones son “muy duras”, para organizaciones ambientales lo propuesto por la Unión Europea “no es especialmente vinculante”.

Un último intento por salvar el acuerdo

Aunque la propuesta de incluir la discusión sobre los requerimientos ambientales en la agenda de la COP28 finalmente no prosperó, es probable que la conferencia sea el lugar definitorio para la disputa Mercosur-Unión Europea. El presidente de Brasil, Lula Da Silva, tendrá una reunión bilateral tanto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como con Pedro Sánchez, presidente de España. 

La reunión de Lula y Sánchez adquiere otro cariz cuando se tiene en cuenta que ambos gobiernos tienen la presidencia temporal de sus respectivos bloques económicos. Los tiempos apremian: antes de empezar la COP28, el 27 de noviembre, Sánchez ya había tenido una reunión con el otro gran opositor a las medidas ambientales en el Mercosur: Santiago Peña. El presidente de Paraguay, que asume la jefatura del Mercosur en diciembre, había declarado en septiembre que si el acuerdo con la Unión Europea no se cerraba durante la presidencia de Lula, su país preferiría negociar con Emiratos Árabes Unidos y Singapur. Gran parte de la agenda del presidente hasta ahora se ha enfocado en reuniones con el gobierno de Emiratos Árabes Unidos, mientras que mañana 2 de diciembre se rumorea una reunión bilateral con Singapur.

Este artículo es parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina. Fue producido en el marco de la iniciativa “Comunidad Planeta en la COP28”.

Deja un comentario